[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]En cada espacio donde se aposenta el silencio, retornan los ecos que acompasaron
cada uno de los encuentros furtivos a los cuales asistieron nuestras almas siglo tras siglo...
Nuestro destino fue amarnos siempre a destiempo, nuestra condena, no hallar el olvido.
Una historia que se repite con cada nueva resurrección. Sin embargo, aun despojados
de viejas vestiduras, no es suficiente para que no logre reconoceros... ¡Mi amo!
¡Arrinconadme!...
entre la pared y el deseo,
entre las rejas de vuestros dedos,
¡os ruego!... talladme cautiva;
esclava de la febril melodía
que vuestros abismos provocan.
Por vos habré de ser...
la sangre vertida en la copa,
el vino engendrado en las venas;
sierva leal que ansia su condena,
en los laberintos de vuestra boca.
De vuestras caderas...¡fiel devota!,
que ante vuestros instintos se doblega,
estremece, humedece y encadena,
reverenciando el cáliz de su derrota.
¡Sentenciadme!
a gozar el ansiado martirio
de este empeño incontrolado,
¡condenadme!, a este bendito pecado,
sin que medie la clemencia;
castigad toda impaciencia
que me consume al gozaros.
Por los siglos de los siglos...
nuestros sueños encadenados,
en vuestros dominios alcanzo mis alas,
no hay mayor goce para esta esclava
que el de serviros...
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Derechos de autor: Maria del Carmen Tenllado
(Damablanca)
Código: 1007026718345
Fecha 02-jul-2010 10:15 UTC
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